Papa Francisco: transexuales, reasignación de sexo, la ROTA y no voy a España

Suegro del Papa.- Hoy me has conmovido.
Papa Francisco.- ¿Pues qué hice?
Suegro del Papa.- Lo del transexual o como se diga de Plasencia en España. 40 años de sufrimiento por una reasignación de sexo (parece que se dice así) que incluso le cerraba la puerta de algunas iglesias. ¡Y va y lo recibe el Papa! Además los recibe a los dos: a él y a la que va a ser su mujer.
Papa Francisco.- No soy yo sólo quien está a su lado. Ya estaba también el obispo de Plasencia. Empieza a ser general el saber que la Iglesia está al lado de los que más sufren.
Suegro del Papa.- O si me apuras, de aquellos a los que más habéis hecho sufrir…
Papa Francisco.- También lo podríamos decir así. Justo esta semana han estado por aquí los que se encargan de los “divorcios” dentro de la Iglesia, o dicho de mejor forma, de las nulidades matrimoniales, el Tribunal de la ROTA. ¡Cuánto sufrimiento hay ahí también!
Suegro del Papa.- Ya pero ahí la culpa no es toda vuestra: ¡cuántos matrimonios entre personas que no tienen ni la más mínima capacidad ni interés de saber lo que significa casarse! Total: si va mal lo dejamos y punto… Y pasamos de un amor muchas veces de calentón a un odio africano más tórrido aún que el primer calentón.
Papa Francisco.- ¿No te parece que a mí no me debes hablar así? Jajaja. Entiendo perfectamente lo que dices y lo has descrito correctamente. Pero ¿y aquellos que realmente se quieren y se preparan y viven con ilusión y tienen niños y todo va bien y ¡de repente! un día, como en la canción, “ se nos rompió el amor de tanto usarlo…”?
Suegro del Papa.- Para esos estás tú, para ayudarles y arreglarles el alma.
Papa Francisco.- Para esos y para todos. ¿Jesús no entraría en sus casas, como lo hizo en casa de publicanos y pecadores? ¿Cómo no les vamos a dejar entrar a ellos en la casa de Jesús?
Suegro del Papa.- Bueno, por lo menos esto de Diego Neira, el señor de Plasencia, servirá para tapar en España la desilusión de que no vayas a visitar a los españoles.
Papa Francisco.- No voy a España por ahora; pero tampoco voy a Buenos Aires: yo creo que no hace falta decir más.
Suegro del Papa.- Si tú lo dices. Tú sabrás. No seré yo quien corrija a quien las está acertando casi todas…
Papa Francisco.- ¿Casi? Eso está bien.
Suegro del Papa.- Casi. Otro día charlaremos de ello

Papa Francisco: el cardenal Blázquez, Arzallus, Michuacán o Madrid. Nos vamos a Filipinas.

Suegro del Papa.- Feliz año, Bergoglio.
Papa Francisco.- Vienes fuerte. ¿Va de apellido? ¿No has tenido buenas fiestas?
Suegro del Papa.- Seguramente mejores que las tuyas.
Papa Francisco.- Las mías han sido sencillas, pero cordiales y alegres. No han sido malas… aunque lleve penas en el alma.
Suegro del Papa.- Ahora te desquitas. Te vas por el mundo. Menudo viajecito a Sri Lanka y Filipinas… Te vas a dar una buena soba.
Papa Francisco.- Voy encantado. Son gente muy afectuosa y merecen todo el apoyo del mundo, con todo lo que les sucede, lo que les castiga la naturaleza… y siguen con esperanza y una sonrisa.
Suegro del Papa.- Pues que vaya bien este primero, porque tienes un año movidito de viajes. ¡Y sigues sin volver a Buenos Aires…!
Papa Francisco.- No me he ido nunca: lo llevo en mi retina, en mi mente y en mi corazón.
Suegro del Papa.- Tonterías. Irías encantado, pero… “va en el sueldo” posponerlo, como diría el castizo. Has sorprendido con la lista de nuevos cardenales, como no podía ser menos.
Papa Francisco.- Pues no la hice para sorprender…
Suegro del Papa.- Ya, pero saltarte a Osorio en España a favor de Blázquez, o al arzobispo de Monterrey en Méjico a favor del de Michuacán… ¿Quieres que siga?
Papa Francisco.- No me he saltado a nadie. Estoy construyendo la Iglesia que tengo que construir y eso supone que cada cual esté en su sitio. Madrid y Monterey tienen dos buenos pastores.
Suegro del Papa.- Pues por ejemplo en España lo politizan: que si Blázquez estaba en el ostracismo con Juan Pablo II y Benedicto XVI, que si Rouco le tenía marginado. Y vas tú y le haces Cardenal, dejando sin capelo cardenalicio a Madrid.
Papa Francisco.- ¡Qué fantasías! Ni Blázquez estaba marginado antes (ha sido dos veces Presidente de la Conferencia episcopal) ni está crecido ahora. Simplemente es el Presidente de los obispos españoles, es un buen pastor en Valladolid y creo que debe tener la máxima responsabilidad eclesial para dirigir a sus hermanos: Cardenal, dispuesto a dar la sangre por Cristo y su Iglesia.
Suegro del Papa.- Pero entenderás que la gente mire las cosas con lupa, sobretodo cara a la profunda renovación de la Curia Romana que quieres hacer en febrero. Al que no le habrá hecho mucha gracia es a tu ex-colega, por jesuita, Xavier Arzallus. El que dijo aquello de “un tal Blázquez” cuando lo nombraron obispo de Bilbao…

Mosqueo: A la cárcel y con moras. A trabajar toca.

Suegro del Papa.- ¿Qué tal lo llevas?
El Papa.- Bien. Estoy un poco cansado.
Suegro del Papa.- Te lo noté el domingo después del sermón. Cuando te sentaste, respirabas con dificultad. Y el viernes en el Coliseo se te veía muy cansado. Me dio mala espina verte todo el tiempo sentado, cuando todo el mundo, incluidos cardenales, estaban de pié. En un momento llegué a pensar que estabas dormido.
El Papa.- No sería la primera vez que me duermo rezando. Ni será la última. Dormirse delante de Dios, casi como un niño pequeño, también es rezar.
Suegro del Papa.- Sí, si tú lo dices. Pero no cuadra con un líder carismático y mediático como quieren verte aparecer. Para abuelito acabado ya teníamos al que papa Emérito.
El Papa.- La verdad que sí. Aún me pregunto por qué no escogieron a uno más joven.
Suegro del Papa.- Tampoco les interesa bloquear el escalafón muchos años…
El Papa.- Oye: eres un poco cara ¿no?
Suegro del Papa.- Francisco: Simplemente realista.
El Papa.- Bueno, dejemos el tema. Pero sí: estoy un poco cansado.
Suegro del Papa.- Pues vete preparándote porque hasta ahora sólo ha sido la parte buena: el éxito, los medias, las primeras páginas, los halagos… Ahora toca arremangarse y empezar a trabajar. Buena prisa te has dado en nombrar sustituto en Buenos Aires. Como si tuvieras miedo a que pusieran uno distinto al que tú querías. Si ahora eres tú el jefe…
El Papa.- Eso lo tenía muy claro. ¿Para qué esperar?
Suegro del Papa.- ¿Qué pasa, que lo otro no lo tienes claro? ¿Un Secretario de Estado, todos los ministerios o dicasterios, como vosotros lo llamáis? Ahí te está esperando la gente. Está muy bien todo lo que has ido diciendo hasta ahora. Le ha gustado mucho a la gente: ahora hay que confirmarlo con los hechos y con gente que te ayude. Tú solo no puedes.
El Papa.- Lo sé y estoy en ello.
Suegro del Papa.- Hay un video tuyo en you tube “video de Jorge antes de ser Francisco ” que como te creas y hagas lo que dices la vas a liar parda. Algunos, incluso cardenales, ya están mosqueados contigo: eso de la misa de Jueves Santo en una cárcel y lavar los pies a dos tías, y encima moras… Yo me miraría el chisme del mate antes de tomar… Consejo de Juan Pablo I….
El Papa.- Por Dios, hombre. Tranquilo. Todo será Inch´Allah.
Suegro del Papa.- Sí, bromea con algunos de estos que visten de rojo y verás. Que tengas buena noche.

Papa Francisco: eres una estrella…

El Papa.- ¿Dónde has estado? Te he echado de menos estos días.
Suegro del Papa.- En Betsaida, en Galilea. Todavía me gusta ir por allí. Y más en Semana Santa. Me he acercado a Jerusalén en ramos. Aproveché que tú ibas a estar muy ocupado. Eres una estrella…
El Papa.- Lo dices con retintín.
Suegro del Papa.- No. Lo digo sinceramente. Creo que vas a dar mucho juego mediático.
El Papa.- ¿Y eso es bueno o es malo?
Suegro del Papa.- Malo no será. Bueno, ya te diré. Hasta tus llamadas de teléfono salen en los papeles.
El Papa.- ¿Lo dices por la del kiosquero argentino de Buenos Aires?
Suegro del Papa.- Pues sí. La verdad: Me gustó. Hasta me emocionó.
El Papa.- Es lo menos que podía hacer. Son buena gente, me han ayudado con su entrega diaria del periódico, con sus conversaciones y su amistad. No quiero costarles dinero por no pagarles y además me apetecía hablar con ellos. Son mi familia, mis amigos, los de todos los días en mi vida de viejo cura Bergoglio de Rivadavia.
Suegro del Papa.- No te expliques, que lo entiendo. Te pareces a mi Pedro, que en el fondo también era un sentimentalón. Me ha gustado eso de que” no ibas a agarrar la batuta, porque eso de ser Papa es un fierro caliente”.
El Papa.- ¿Me creerías que si lo llego a saber, a lo mejor ni vengo de Buenos Aires?
Suegro del Papa.- Pues igual nos habíamos perdido un buen Papa. ¡Y eso que decían que iba a ser uno joven…! Te veo caminar como un poquito cojo.
El Papa.- Vale, estoy viejo. Tienes razón.
Suegro del Papa.- No te lo tomes a mal. ¿Qué tal con Benedicto XVI? A él sí que lo vi viejo. Me parece que ha pegado un bajón importante.
El Papa.- Ha sido emocionante. Cada día le quiero y le admiro más. Ahora me toca a mí remar. Y valgan verdades que lo voy a hacer con toda mi alma. Pero a mi manera. Quiero estar con todos los que me necesiten. Esta semana, a rezar, que es lo que toca. Y en cuanto asumamos la resurrección, y desde que la asumamos, a trabajar por la vida terrena y la eterna de todos y de todas. Que Dios me ayude.
Suegro del Papa.- ¡Cómo no te va a ayudar! Todo el día con el ritornello de acabar siempre con un “recen por mi”. Así que si no te hace caso a ti, se lo hará a los que rezan. Y luego estoy yo: como defraudes, después de la esperanza que estás generando, me vas a oír.

La coronación: Cristina, Buenos Aires y los zapatos del Papa

Suegro del Papa.- ¿Estás preparado para mañana? Ni tiara, ni silla gestatoria, ni mantelina de armiño… Vas a parecer un cura de pueblo. El Padre Francisco, en lugar del Papa Francisco !Vaya entronización! !Vaya Vaticano! ¿Ya te merece la pena meterte en la que te has metido? Esto ya no es lo que era.
El Papa.- Se acabó el carnaval, amigo. Estamos ya casi en la Pascua.
Suegro del Papa.- Si te oyen algunos que yo me sé, les da un infarto.
El Papa.- Lo irán comprendiendo, estoy seguro. Tengo ganas de que acabe toda esta primera parte y empezar a trabajar. ¡Hay tanto trabajo…! Como dijo alguno, ¡es hora de subirse ya a la barca! Basta de chácharas y taberna. Hay que salir a pescar.
Suegro del Papa.- Hablando de taberna: creo que te han regalado algo para tu mate…
El Papa.- ¿Qué querés? ¿Hablar de la señora Cristina?… Pues dilo. No hay problema.
Suegro del Papa.- ¿Y? ¿Cómo ha ido?
El Papa.- Bien.
Suegro del Papa.- La desarmaste con el beso.
El Papa.- He besado a toda la Argentina. Pensar que tenía billete de regreso para mañana… Voy a empezar a cantar el tango por las esquinas. “Mi Buenos Aires querido: cuando yo te vuelva a ver…”
Suegro del Papa.- ¿Vas a seguir dejando que te asomen los pantalones por debajo de la sotana? En eso también eres el primer Papa. Y los zapatos…
El Papa.- Mis viejos zapatos… no están hechos para la moqueta y los mármoles. Pero se habituarán. Y puede ser que hasta me quite la sotana. Si hay que remar y mojarse, mejor ir ligero.
Suegro del Papa.- ¡Ole, ole y ole! Ahí has estado bien, sí señor. Que descanses. Y que te sea leve el protocolo mañana.